La provincia de Jujuy no registra hace mucho tiempo nuevas obras básicas para sus ciudadanos.

Vivir en la provincia de Jujuy significa últimamente acostumbrarse a ver las calles llenas de baches y sin pavimento firme, observar los accesos a las ciudades tapados por los pastizales y el descuido ambiental, ver basurales a cielo abierto en lugares donde circulan a diario miles de personas.

Estos trabajos básicos y de poco financiamiento están sin hacerse. Quizás sean las elecciones las que finalmente empujen a los funcionarios públicos a tomar medidas y ponerse en acción.

Ni siquiera cabe oportunidad para mencionar obras más imponentes como la construcción de escuelas, la pavimentación de los accesos a la provincia, o la refacción de los hospitales y sanatorios provinciales.

La tan esperada y prometida intervención sobre la ruta 34 duerme en los cajones de la gobernación.

Los proyectos faraónicos como la reactivación del ferrocarril, tantas veces anunciado por el gobernador Morales durante la gestión de Mauricio Macri dependen de un guiño del Gobierno Nacional que ya objeta el proyecto por carecer de viabilidad en su análisis técnico y su factibilidad económica.

¿Tendremos los jujeños que acostumbrarnos a vivir con lo que hay?