Luego del inesperado anuncio de la decisión de la minera de abandonar las inversiones en Jujuy, funcionarios del gobierno quedaron en la cuerda floja.

El día lunes un comunicado tan inesperado como impactante encendió las alarmas hacia el interior del gobierno de la provincia de Jujuy en tanto que más de 600 personas quedarían sin trabajo por el abandono de las inversiones productivas decidido por la minera Aguilar, subsidiaria argentina de la multinacional Glencore.

La noticia cayó como un baldazo de agua fría en el ministerio de la producción y lógicamente en la secretaría de minería dependiente de esa cartera ministerial. Ni el secretario minero Miguel Soler, ni el ministro de desarrollo económico y producción, Exequiel Lello Ivacevich supieron advertir la gravedad del asunto.

Los funcionarios de minería provincial no actuaron a tiempo, subestimaron las comunicaciones internas de la empresa que extrae zinc y plomo y no escucharon tampoco al gremio que nuclea a los trabajadores mineros (AOMA) que en más de una ocasión se acercó a la dirección de minería.

Tampoco desde Jujuy intentaron una comunicación con la secretaría de minería de la Nación quien hubiera podido intervenir en una negociación cara a cara con la empresa. No existió llamado alguno y eso enojó a los funcionarios nacionales quienes en off recriminaron las actuaciones provinciales.

Soler y sus funcionarios aseguran que las conversaciones con la minera estaban avanzadas y que el anuncio fue exagerado e inoportuno. La justificación parece no calmar los ánimos en la gobernación jujeña.

Lo de Aguilar no es aislado. La gestión minera no supo poner en marcha ni un solo nuevo emprendimiento minero. El gobernador debió conformarse con inaugurar solamente la extensión de los proyectos que ya existían desde antes de hacerse cargo del gobierno de Jujuy.