Gerardo Morales aprovecha las peleas de la oposición para sacar provecho aún en un momento en que la provincia se encuentre convulsionada social y políticamente.
Las internas en el Partido Justicialista distrito Jujuy lejos están de encontrar una canalización lógica sino todo lo contrario. Cada día son más los compañeros y las compañeras de uno y otro bando que se acusan entre ellos olvidando la posibilidad de constituirse en un frente amplio de oposición al radicalismo local.
Parece que a los principales responsables de las fuerzas peronistas muy poco les preocupa y menos aún les ocupa la difícil situación que atraviesa la sociedad jujeña en medios de una crisis social y económica que viene arrastrando desde hace ya varios años la provincia y que se profundizó durante el 2020 con la pandemia.
Los legisladores nacionales del peronismo de Jujuy siguen en una puja de egos por ver quién es el que logra más fotos con los funcionarios nacionales. Los diputados locales están más pendiente de las internas del bloque que de los reales problemas de sus votantes.
Los intendentes hacen equilibrio para poder sostener sus distritos. Muchos de ellos reniegan constantemente por tener que mostrarse afín a un sector para poder conseguir accesos a programas o líneas nacionales.
En medio de este gran revuelo, Gerardo Morales logra sortear una difícil situación financiera y política local producto de una gestión local cada vez más paralizada y resistida por la gente. El gobernador saca provecho del espanto que en su provincia genera la pelea entre los “compañeros” y se muestra como el más albertista de todos.
Hace algunos días Morales mandó a sus diputados a que acompañen el presupuesto nacional. Recientemente hizo lo mismo con la ley de aporte extraordinario más conocida como “impuesto a las riquezas”.
Gerardo pelea por algo que no consiguen Snopek, Moisés, Rivarola o Ferreyra: ser el interlocutor provincial del presidente Fernández en la provincia de Jujuy.