El feroz carnívoro marsupial en peligro de extinción fue perseguido por los ganaderos y en las últimas décadas sufre un tipo específico de cáncer facial.

El tamaño y potencia de sus mandíbulas, junto a la ferocidad carnívora que le caracteriza, motivaron la denominación popular de esta especie: demonio de Tasmania (o diablo de Tasmania, del inglés Tasmanian devil; nombre científico, Sarcophilus harrisii).

Las últimas poblaciones silvestres de este marsupial carnívoro se encuentran en la isla de Tasmania (Australia) , y desde 2008 ocupa un lugar en el apartado de especies en peligro de extinción en la Lista Roja que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Los restos analizados en los últimos años indican que el demonio de Tasmania desapareció de Australia continental hace unos 3.000 años. Se desconocen las causas concretas de la extinción -previa a la llegada de los colonos europeos- pero algunos expertos apuntan que pudo estar motivada por la presión de otros depredadores de mayor tamaño como el dingo (Canis lupus dingo).

Tres organizaciones conservacionistas lideran ahora el proyecto #DevilComeback para reintroducir la especie y fortalecer de esta forma la protección de un animal que durante décadas fue cazado sin control (por ser considerada una amenaza para la ganadería) y más recientemente sufrió una fuerte regresión debido al contagio de un tipo de cáncer facial exclusivo de esta especie (DFTD). Los expertos calculan que en la actualidad sobreviven en la naturaleza unos 25.000 ejemplares de demonios de Tasmania.

La primera fase de este proyecto piloto de reintroducción ha consistido en la liberación, el pasado fin de semana, de 26 ejemplares de esta especie en una reserva natural del Parque Nacional Cumbres Barrington (Barrington Tops, Nueva Gales del Sur, Australia; a unos 250 km al norte de Sidney).

“En los próximos dos años, está prevista la liberación en la misma zona de otros 20 ejemplares anuales y, si todo sale según lo planeado, los animales se reproducirán y crearan una población salvaje autosuficiente”, explican los responsables de Aussie Ark , la organización que lidera el proyecto junto a Global Wildlife Conservation and Wild Ark.