Víctima de una tragedia que le hizo perder parte de su visión, Simón optó por convertir el dolor en una oportunidad para ayudar a los demás.

Salvador Simón Méndez, joven de 31 años de edad, nació en San Salvador de Jujuy donde actualmente estudia y realiza actividades vinculadas al comercio. Su historia, lejos de ser la de cualquier estudiante, está marcada por sucesos que le modificarían para siempre la vida y lo llevarían a tomar una decisión trascendental: ser el sostén de quienes sufren alguna patología vinculada a la vista.

A los 10 años de edad tuve que pasar por una desagradable experiencia personal que me cambió la vida, tuve un accidente en donde perdí el ojo derecho, razón por la cual fui sometido a diversas intervenciones quirúrgicas en la provincia de Jujuy y en la Ciudad de Buenos Aires, cinco en total” rompe el silencio Simón en una charla exclusiva con Red Jujuy.

Atravesado por sentimientos que prefiere guardar para sí, respira hondo y continúa su relato, “todo esto para lograr la posibilidad de recuperar la visión del ojo derecho, finalmente no obtuve los resultados esperados, y con el correr del tiempo por reducción del globo ocular por la pérdida de retina y liquido intraocular comencé a utilizar una prótesis, pasaron los años y la incomodidad que resulta usar una prótesis ocular rígida me resultó simplemente insoportable”.

El desgarrador relato da cuenta de las dificultades por las que fue atravesando Simón, las cuales no fueron para nada ajenas al dolor ya no solo espiritual, sino también físico. Muchas personas en su lugar hubieran elegido quizás vencerse ante el sufrimiento, pero no sería ésta la historia de Méndez quien gracias a la continuidad de su lucha halló un poco de inspiración en personas con casos similares.

Como reza el dicho popular, “a la suerte hay que ayudarla”.

A lo que en algún momento accedí por una cuestión estética y sugerencia médica, se fue transformando poco a poco en un calvario. Fue así que me encontré en el camino con la experiencia de la Periodista Colombiana Adriana Slava, que transitó por el mismo camino que yo, y que resolvió usar un parche, al estilo “pirata”, continúa Simón.

Es tan importante la aparición de la mujer colombiana para el jujeño, que nos acerca una publicación en la que la periodista relata parte de la situación que le tocara atravesar. En algunos fragmentos de la publicación, Slava describe “Hoy puedo pedir, desde el corazón y la razón: ¡QUE NUNCA ME FALTE MI PARCHE!. No se trata de la incomodidad que causaría en los demás si no lo usara, sino por todas las cosas maravillosas que él, mi parche y yo, hemos podido hacer, en esta segunda etapa de mi vida, sin duda, la mejor. 25 de noviembre de 1987, 5 de la tarde, en la Fundación Santa Fe, el oftalmólogo me dice, palabras más, palabras menos: “Perdiste el ojo derecho y vamos a tratar de salvar el izquierdo”. Sin pensarlo mucho, mi respuesta fue: “Por el izquierdo, doctor, no se preocupe – Dios, a través de sus manos, lo va a salvar – y por el otro, tampoco, pues para lo que hay que ver en este mundo, con un ojo basta”.

La publicación es tan extensa para una copia textual, como emocionante, por lo cual recomendamos leerla en profundidad, no sin antes citar un último fragmento en el que la mujer describe que “entendemos que el parche es la señal de una nueva oportunidad de vida, de un camino nuevo para recorrer, de un nuevo punto de vista, la posibilidad de entrega a los demás algo que sólo nosotros podemos. Por eso mis parches, como el amor, no se venden, se enseñan y se entregan, para que nadie dependa nunca de mí, para dar esa misma libertad que un día logré. ¡Sí! Que nunca me falte mi parche, el que me recuerda la fragilidad de la belleza física y la grandeza de la belleza del alma“. Admirable valor.

Inmovilizados aún por el relato, volvemos a Simón que continúa su locución y airoso comenta que “así fue que investigando un poco más, a través de la red social Facebook conocí a Natalia y a Carlos, con experiencias similares a las de Adriana y la mía, que muy amablemente me dieron las instrucciones finales para poder crear y usar mi parche. El 31 de diciembre del año 2014, dejé atrás todo tipo de prejuicios, vergüenza o dudas y me puse mi parche“.

Nuevamente caemos en la emoción, esta vez por la fortaleza con la que Simón describe lo acontecido. Remata finalmente con unas contundentes frases con las que terminará de demostrar aún más su grandeza. “Toda esta experiencia, que no sólo sufrí en carne propia, sino también mis padres, y todas las situaciones de injusticia que me tocó ver y vivir (el accidente que tuve, transcurrió en los primeros meses del año 2001 en plena crisis en la Argentina) no podía reducirse solo a solucionar mi situación personal.

Recibir la ayuda de familiares y amigos, me ponen en la obligación solidaria de transformar ese dolor en algo útil a quien esté en problemas con su visión. Así nace la FUNDACIÓN RESILIENCIA, “UN RAYO DE LUZ EN EL MUNDO DE LA OSCURIDAD”.

La fundación a la que hace referencia Simón tiene entre sus objetivos ayudar, socorrer y aconsejar a todas aquellas personas que sufren algún tipo de patología o accidente que involucra el sentido de la vista. Lo hace con mucho amor y esfuerzo, y brinda los más variados servicios. Todo ello de manera gratuita.

La Resiliencia, palabra oportuna para la obra de Simón, es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor y las dificultades en la fuerza motora para superarse y salir fortalecido de todas aquellas situaciones tristes que nos pone la vida por delante. El resiliente comprende que es el único arquitecto de su felicidad y su destino.

Espero de todo corazón, que esta institución sirva para mitigar, aunque sea en parte, el dolor de tantos que hoy sufren y se cansan de golpear puertas que nunca o muy pocas veces se abren. Les pido simplemente que cierren sus ojos e imaginen como sería su vida, sin uno de los sentidos más preciados que tiene el ser humano, LA VISION” finaliza con certeza de lo que sus palabras logran transmitir.

Al cierre de esta nota pudimos averiguar que Salvador Simón Méndez realiza además, junto a sus compañeros y compañeras de militancia, un sinfín de actividades sociales en distintos barrios de la capital jujeña.

Una de las tantas actividades emprendidas por la Red de Comunidades Organizadas.

Méndez es también coordinador de lo que denominaron “RED DE COMUNIDADES ORGANIZADAS” que contiene el trabajo no solo de a fundación resiliencia, sino que además agrupa a la “Asociación Barrial San Expedito” que tiene un gran trabajo territorial que incluye ropero comunitario, asesoramiento médico y legal gratuito, servicio de peluquería, cursos y talleres de economía social, merendero, ollas populares, vacunación, biblioteca, etc.

Salvador Simón Méndez es sin dudas un ejemplo de superación y compromiso social.