El origen de este día proviene del asesinato del pakistaní Iqbal Masih de 12 años, ocurrido en el año 1995, quien a la edad de 4 años fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras de Punjab porque necesitaba un préstamo para pagar la boda de su hijo mayor. El niño logró escapar a los 10 años, y pronto se convirtió, pese a su juventud, en activista contra la explotación infantil.

Como militante del Frente de Liberación del Trabajo Forzado, durante su corta vida consiguió que se cerraran varias empresas que utilizaban a los niños esclavos como mano de obra barata. Denunció la situación de millones de niños pakistaníes que estaban en su situación incluso en la ONU y fue premiado en diversos países. Su intención era hacerse abogado para luchar contra la explotación infantil. Sin embargo, el 16 de abril de 1995 mientras conducía su bicicleta por las calles, fue asesinado de un disparo.

El trágico suceso y el lamentable hecho de la aparición de múltiples casos de explotación y abuso infantil en los más diversos países hizo que organizaciones no gubernamentales se movilizaran en el año 1997 con el fin de impulsar esta jornada como el día mundial contra la esclavitud infantil y exigiera medidas de carácter urgente por parte de los Estados y organismos internacionales.

Sin embargo, pese al esfuerzo internacional por la erradicación de este tipo de violencia, las cifras actuales son escalofriantes. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se calcula que en el mundo hay unos 215 millones de niños y niñas víctimas de trabajo infantil. De ellos, se estima que 127 millones son niños y 88 millones son niñas, de los cuales 115 millones están expuestos a las peores formas de trabajo infantil.

La esclavitud infantil se manifiesta de distintas formas de sometimiento como el trabajo forzoso, la trata infantil, la esclavitud doméstica, el matrimonio forzado, el reclutamiento para ser soldados o combatientes y la explotación sexual entre otros.